Aladino Enrique Monsálvez López, nace en Cañete en el año 1966, sus padres son don Aladino de las Rosas Monsálvez Chaparro y su  madre Violeta María Adriana López López. Sus primeros años de estudio los cursó en la Escuela Particular N° 58 de Barrio Leiva, para proseguir su enseñanza básica en la Escuela N° 1  de Hombres, actualmente Escuela Leoncio Araneda Figueroa E- 830. La Enseñanza Media la cursó en el Liceo Científico Humanista José de la Cruz Miranda Correa de Cañete. Su inclinación a la pintura surge desde muy niño a la edad de nueve a  diez años,  mientras los profesores pasaban materia él estaba en sus cuadernos trazando un dibujo, ya a los catorce años realiza sus primeras exposiciones y gana diferentes distinciones en concursos de pintura estudiantil tanto provincial como regional, da entrevistas en la radio y aparece en la prensa.
     La pintura de Aladino es el resultado de su constante búsqueda, en sus primeros trabajos el paisaje y la naturaleza son su inspiración, a veces lo descriptivo de las formas deja en evidencia su camino autodidacta. Sin embargo en otros trabajos la intención es más crítica para expresar la violencia sufrida por el paisaje, por la tala indiscriminada y los incendios forestales en la cordillera de nahuelbuta.
    En la serie de trabajos de creación realizados con tierras de diferentes colores y resinas de árboles,  aún el dolor es mayor, expresando la pobreza en el mundo y la resección mundial  que nos afectó a todos, estos trabajos fueron presentados a la Pontificia Universidad Católica de Temuco con la finalidad de postular a la Carrera de Arte, caso especial  por relevancia Artística año 1990. Lo que fue aceptado su ingreso a la carrera de arte por una comisión de críticos, sin embargo las condiciones no se dieron, insistió en estudiar, es así como se matriculó en Pedagogía Básica en la Universidad Arturo Prat, solo cursó un semestre, golpeó muchas puertas, puertas que se cerraron y tuvo que abandonar  la carrera, por segunda vez las posibilidades  no se dieron. En esa ocasión él dijo: “Podrán cerrarse las puertas, pero las del alma jamás, estas son las que me inspiran a crear”.
   A pesar de que sus sueños de estudiar se vieron truncados, su pasión por la pintura lo llevó a conversar con la Ministra de Cultura en Santiago y presentar sus proyectos de creación.
   Expone en forma individual y colectiva y gana diferentes distinciones. Como en el cuadro “Pillán”, Seleccionado en el tercer Concurso de Pintura “Temuco su Historia y su Gente” 1989 y “Pillán II” Mención Honrosa “Primer Concurso Nacional de Pintura Mapuche: Gente de la tierra”1993.  Estos cuadros contienen la energía subterránea y muestran la materia en su constante transformación.
   Aladino Monsálvez  ha entrado en la pintura, la pincelada el uso del color van creando las formas, estas encierran múltiples sugestiones, que están más allá de lo puramente visual.  Esta síntesis es el resultado de su búsqueda sincera y constante. Monsálvez está situado  en el punto medio entre la objetividad y la subjetividad, como creador está abierto al mundo, pero muy atento a lo que sucede dentro de él.
  Sus cuadros están repartidos en Chile, Estados Unidos y Brasil.
En sus últimos trabajos Monsálvez deja notar en su pincelada y en lo temático la madurez de los más de 30 años de su constante hacer, de la riqueza cromática y de la limpieza en el trazo.
   Estos cuadros de grandes dimensiones, ponen al hombre ante la cruz, para mostrarnos como estamos por dentro y por fuera, con un ojo cerrado y el otro abierto, buscando en lo divino la transformación del hombre y en lo humano una explicación al dolor en que estamos sumergidos como sociedad.
   Frente a Dios en la grandeza de su creación y en lo pequeño que somos ante El.
Su vida gira en torno a su esposa  sus tres hijos, el trabajo de Inspector de Internado y estos grandes cuadros que va pintando en sus tiempos libres, para diferentes Iglesias Evangélicas.
    Alejado del mundanal ruido, de figurar, simplemente pasa desapercibido, pero muy atento en alcanzar las estrellas negadas.